Tamaulipas se ha convertido en uno de los peores lugares para vivir en México. De ser una entidad normal, más o menos próspera y tranquila, pasó, en menos de quince años, a ser un infierno. Tres factores se han conjugado para que Tamaulipas haya llegado a donde se encuentra, al fondo del abismo. Estos factores son la corrupción y la ineficiencia gubernamental, la lucha de los carteles de la droga por controlar la plaza y, también, la incapacidad de articular un movimiento ciudadano que ponga freno a los delincuentes.
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