Estimado amigo: como tú, yo también he quedado estupefacto con el informe de Pensilvania, con la conducta del ex cardenal McCarrick, con la protección de obispos a pederastas, con el abuso a jóvenes seminaristas y, si mucho me apuras, me he quedado atónito con la carta del arzobispo Viganò, en la que pide, ni más ni menos, la renuncia del Papa por no hacer nada para parar la crisis de homosexualidad que, según Viganò, recorre la Iglesia, sobre todo en Estados Unidos. Continuar leyendo