El Papa Francisco va en serio con aquello que él mismo denuncia a cada rato como uno de los grandes –quizá el más grande—de los pecados de la Iglesia actual (me refiero a la Iglesia como institución): el clericalismo. ¿Cómo definirlo? Muy fácil, creo yo: diciendo que se trata de poner la caridad por debajo de la organización. Nos tienta a todos: laicos, diáconos, religiosas, religiosos, sacerdotes, obispos y… cardenales. Continuar leyendo