“A la tarde te examinarán en el amor; aprende a amar como Dios quiere ser amado y deja tu condición”. Es, quizá, la frase más famosa de san Juan de la Cruz. Una frase redonda. Incómoda. Nos deja sin pretexto (¡a nosotros, que somos artistas del pretexto, de la justificación, del chantaje…!).
Te dice: pudiste haber sido buenísimo, un ángel bajado del cielo; pudiste hacer mil obras de caridad, dirigir cien empresas (o ninguna, da lo mismo), elaborar reportes, meter goles, persignarte cada vez que pasabas frente a un templo, hacer “mandas” de rodillas, pagar impuestos a tiempo, dar trabajo o trabajar sin descanso, no robar, no matar, no meterte con la mujer (o con el marido) de tu prójimo… nada de eso te hará pasar el examen (ni de panzaso) al final de tu vida. Continuar leyendo