El viaje del Papa a Nápoles, la semana pasada, tuvo una anécdota curiosa. Una divertida ocurrencia de un rotundo italiano, Enzo Cacialli, propietario del restaurante Don Ernesto, quien la entregó personalmente al Pontífice una deliciosa pizza cuando este pasaba por el frente marítimo, durante la visita apostólica de un día que realizaba a la ciudad. Continuar leyendo