La prensa se hace agua la boca con las próximas elecciones, las más grandes que se hayan celebrado en México. No solo por la cantidad de mexicanos que somos, sino también porque son (más o menos) concurrentes: elegiremos al mismo tiempo miles de puestos políticos. Es decir, forjaremos miles de nuevas fortunas en el país. Y esto es lo que duele.
Duele constatar a diario que la política ha derivado en una forma de enriquecimiento personal (salvo contadas excepciones) contrariamente a lo que es: Continuar leyendo
Pierre Borudieu, el “niño terrible” de la sociología francesa, decía que “la primera eterna lección sobre los medios” es que “el montaje puede hacer que las imágenes digan cualquier cosa”.
Es curioso: mientras en todo el mundo civilizado se discute cómo empoderar a la sociedad, en México se determina cómo empoderar más al poder. El acceso a Internet es un botón de muestra. Mientras en Italia, por ejemplo, los negocios se disputan a los clientes ofreciéndoles ellos el servicio de wi-fi gratis, en México es el gobierno el que quiere llevarse en las alforjas al ciudadano, tratando de elevar a rango constitucional el acceso libre. El asunto no es, desde la perspectiva del poder, si Internet sirve al ciudadano. El asunto es colgarse una medalla y hacer cada día más dependiente al ciudadano del poder.