Queridísimo Papa. Mil gracias por haber venido a México a remover –sí, a remover—conciencias: muchas de ellas dormidas, adormiladas, atarantadas, perversas o, de plano embrutecidas. La mía, en primerísimo lugar.
Mil gracias por tu esfuerzo. A los 79 años, solamente la fe y tu amarre a la mano de quien nos primerea en el amor (y en todo) podría haberte dado las pilas de las que gozas. Tu cansancio y tu disponibilidad me sonrojan. Continuar leyendo
Uno de los videos más compartidos de la visita de seis días del Papa a México fue el del jalón que le dio un joven, al tratar de robarle a otro el rosario que Francisco le estaba dando. Esto, como todos ya saben, motivó que el Pontífice se fuera de boca encima de la cabeza de un enfermito que estaba en su silla de ruedas, recibiendo, también, el cariño del Santo Padre.
Un importante principio teológico de San Ireneo de Lyon explica que “lo que no se asume no se redime.” La prueba de la validez de este principio es el propio Jesús. Asumió la muerte en la cruz para redimir al hombre. Él nos enseñó que el vino nuevo no entra en odres viejos y que para vivir la vida de salvación hay que matar al yo (si el grano de trigo no muere…) para encontrarlo en el nosotros: el yo-tú de la vida verdadera.
La oración para la visita del Papa propuesta por los obispos de México es la siguiente:
Del 12 al 17 de febrero podría cambiar México. Si escuchamos al Papa Francisco y dejamos atrás la pura espectacularidad (que, por desgracia, nos van a vender, otra vez más, las grandes empresas televisivas) y el jolgorio.
Dentro de un mes, el Papa Francisco estará pisando suelo mexicano, en un viaje apostólico anhelado por los católicos (83 por ciento de la población mexicana) y esperado, con múltiple actitud, por los no católicos.
En muchas partes de México se tiene a los poderosos narcotraficantes como una suerte de súper héroes que desprecian la muerte, que burlan al gobierno, traen camionetas último modelo, se baten a tiros con sus contrincantes, a veces los descuartizan o los disuelven en aceite hirviendo, y sostienen poblaciones completas, como el rancho Las Tunas, donde “El Chapo”, Joaquín Guzmán Loera, es el modelo de self-made man a seguir.
El mensaje del Papa para la Jornada Mundial de la Paz, celebrada el 1 de enero, apenas amanecido 2016, nos da una pista para enmendar los propósitos ineludibles de Año Nuevo: vencer la indiferencia.
Hace poco escuché a un obispo referirse al “problema” de la visita del Papa a México, en son de broma, por supuesto. Pero algo se escondía detrás de esta guasa. En realidad para un país como México la visita de Francisco pone a bailar en la cuerda floja a muchos.