 Jeffrey A. Kermes es hijo del Holocausto.  Su madre y su padre se conocieron en Estados Unidos, pero ambos –de ascendencia judía— venían huyendo de Hitler.  Su campo de trabajo ha sido la investigación de la forma como los líderes de las grandes corporaciones industriales, comerciales y de servicios ejercen su influencia.
Jeffrey A. Kermes es hijo del Holocausto.  Su madre y su padre se conocieron en Estados Unidos, pero ambos –de ascendencia judía— venían huyendo de Hitler.  Su campo de trabajo ha sido la investigación de la forma como los líderes de las grandes corporaciones industriales, comerciales y de servicios ejercen su influencia.
Nada más alejado de un Papa de la Iglesia católica. Pero Francisco lo ha cambiado todo. Inclusive la visión de liderazgo de un ensayista judío acostumbrado a hurgar en el interior de las empresas y dar consejos a sus dueños sobre cómo conducirlas mejor. Continuar leyendo
 Los cuervos no paran. Y tampoco la enorme industria mediática que los patrocina. La nueva historia de filtraciones sobre las finanzas de la Iglesia de Roma ha acaparado titulares de todo el mundo. Tanto así que el Papa Francisco ha tenido que salir al balcón de San Pedro, en el rezo del Ángelus dominical (8 de noviembre) para decirle a la multitud: tranquilos, esto no detiene la reforma que he emprendido para que la Iglesia católica se vuelva paradigma de transparencia y pobreza.
Los cuervos no paran. Y tampoco la enorme industria mediática que los patrocina. La nueva historia de filtraciones sobre las finanzas de la Iglesia de Roma ha acaparado titulares de todo el mundo. Tanto así que el Papa Francisco ha tenido que salir al balcón de San Pedro, en el rezo del Ángelus dominical (8 de noviembre) para decirle a la multitud: tranquilos, esto no detiene la reforma que he emprendido para que la Iglesia católica se vuelva paradigma de transparencia y pobreza.  El pasado 25 de septiembre los aficionados al beisbol vivimos una jornada alucinante: la despedida del capitán de los Yanquis de Nueva York, el parador corto Derek Sanderson Jeter. Un jugadorazo en toda la extensión de la palabra. Pero, sobre todo, un profesional, y un ser humano con la humildad suficiente como para procurar no acaparar micrófonos, titulares, rutilantes affaires con las mil novias que ha tenido; como para anunciar que se va del beisbol con un año de anticipación.
El pasado 25 de septiembre los aficionados al beisbol vivimos una jornada alucinante: la despedida del capitán de los Yanquis de Nueva York, el parador corto Derek Sanderson Jeter. Un jugadorazo en toda la extensión de la palabra. Pero, sobre todo, un profesional, y un ser humano con la humildad suficiente como para procurar no acaparar micrófonos, titulares, rutilantes affaires con las mil novias que ha tenido; como para anunciar que se va del beisbol con un año de anticipación.  La renuncia de Benedicto XVI dio la vuelta al mundo en cuestión de segundos. Pocos fueron los periodistas que, entonces, destacaron lo esencial: la humildad de un hombre que tiene fe y que sabe que puede servir mejor a la Iglesia orando por ella y no desde una edad avanzada, en medio de un ritmo digital que no para un segundo.
La renuncia de Benedicto XVI dio la vuelta al mundo en cuestión de segundos. Pocos fueron los periodistas que, entonces, destacaron lo esencial: la humildad de un hombre que tiene fe y que sabe que puede servir mejor a la Iglesia orando por ella y no desde una edad avanzada, en medio de un ritmo digital que no para un segundo. El Papa Francisco ordenó a 10 sacerdotes de la diócesis de Roma el pasado 22 de abril. Fiel a su costumbre, a la que nos vamos, gozosamente, acostumbrando, pronunció la «Homilía Ritual» del Pontifical Romano para la ordenación de sacerdotes, pero la aderezó con unos comentarios que mezclan la ternura, el buen humor, la perspicacia y el salero propio del cada día más agigantado (en su sencillez) padre Jorge Mario Bergoglio.
El Papa Francisco ordenó a 10 sacerdotes de la diócesis de Roma el pasado 22 de abril. Fiel a su costumbre, a la que nos vamos, gozosamente, acostumbrando, pronunció la «Homilía Ritual» del Pontifical Romano para la ordenación de sacerdotes, pero la aderezó con unos comentarios que mezclan la ternura, el buen humor, la perspicacia y el salero propio del cada día más agigantado (en su sencillez) padre Jorge Mario Bergoglio. 