“A medida que el deporte se ha hecho industria, ha ido desterrando la belleza que nace de la alegría de jugar porque sí”, dijo en alguna ocasión el escritor uruguayo Eduardo Galeano. Y creo que tiene razón.
Muchos de nosotros fuimos futboleros de chiquillos. Algunos seguimos siéndolo. Las decepciones de nuestro balompié no nos han quitado el gusanito de ver un partido por la tele. Continuar leyendo