Es difícil, muy difícil, que el cristianismo “esté de moda”. De hecho, nunca ha estado “de moda”. Una fe que contradice las ilusiones del yo-mí-me-conmigo, nunca será popular. El poder de Jesucristo es la cruz, y su gloria el servicio a los demás. Eso no es lo que venden los poderosos, como sinónimo de felicidad. La sonrisa boba de los que anuncian coches en la tele lo dice todo: ahí no hay más que cáscara. O cascarón. Continuar leyendo