Más que un decálogo abstracto (eso se lo dejamos a los políticos), lo que nuestro país reclama de todos los católicos –y de personas de buena voluntad– son acciones concretas; acciones que transformen nuestro metro cuadrado de influencia y que, al sumarse, hagan el cambio. Esta lista es, desde luego, mejorable. Pero es la que se me ocurre: Continuar leyendo