El 19 de septiembre ha quedado ya como un sello en el corazón de México. 1985 y 2017, mismo día, 5 horas 57 minutos de diferencia. 10,000 y 331 muertos “oficiales”. Entonces como ahora la solidaridad inmediata, civil, humanísima, del mexicano de a pie fue y es la gran esperanza de cambio. Que no se apague.
Reconstruir todo, debería ser nuestro deseo. Está bien echarle ganas al asunto terrible de la emergencia que padecen miles de damnificados en CDMX, en Morelos, Puebla, Estado de México, Oaxaca y Chiapas. Está bien, muy bien. Lo más difícil vendrá en los meses siguientes. ¿Nada más vamos a levantar lo que se derrumbó, o vamos a transformar lo que queda como sistema político, económico, social y cultural? Continuar leyendo