Los cristianos tenemos un arma especial para combatir la angustia que nos provoca –como dice Francisco Septién Urquiza—andar buscando en el lugar equivocado: la esperanza. El poeta francés Charles Péguy decía que Dios mismo podía entender la fe y la caridad, pero la esperanza era algo rarísimo entre los hombres.
Como muestra el cartón de Fédor (página 3 de este número) hay que aferrarse a ella cuando todo indica que el mundo está perdido. La esperanza nace de la convicción de la vida perdurable y de que cada uno es una historia sagrada. Continuar leyendo