Durante la célebre homilía del 8 de abril de 1994, con ocasión de la inauguración de la restauración de los frescos de Miguel Ángel en la capilla Sixtina, san Juan Pablo II se refirió a ésta como “un santuario de la teología del cuerpo humano”.
A muchos despistados, sorprendió que un Papa hablara del cuerpo. ¿Qué no se supone –decían– que los católicos desprecian al cuerpo y, más aún, al cuerpo desnudo como Miguel Ángel lo presenta, por ejemplo, en el monumental fresco del Juicio Universal? Muchos despistados lo siguen pensando. Continuar leyendo