Hace poco murió en el ruedo de Teruel (España), el torero Víctor Barrio. El tercer toro de la tarde, de la ganadería de Los Maños (de nombre “Lorenzo”) le atravesó el pulmón y el corazón.
Nos guste o no las corridas; seamos “animalistas” o “taurófilos”, la muerte violenta de un ser humano que se está ganando la vida como puede, ha de llenarnos de tristeza. Algo de mí muere con él, según el poema de John Donne. Continuar leyendo