Un gran enigma

El mejor documento que se puede leer sobre el sufrimiento en clave cristiana es, a mi humilde juicio, la carta apostólica Salvifici doloris, de Juan Pablo II.  “El sentido cristiano del sufrimiento humano”, más que una carta apostólica es un manual insuperable para entender no por qué sufrimos, sino para quién sufrimos los hijos de Dios.

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Las bienaventuranzas hoy

Hace una década y media –con prólogo del filósofo Julián Marías— Planeta + Testimonio publicó: Las bienaventuranzas hoy.  Las ocho bienaventuranzas del Sermón de la Montaña consignadas por san Mateo fueron analizadas, una a una, por el padre José Luis Olaizola, la novelista Mercedes Salisachs, el psiquiatra Enrique Rojas, el jurista Iñigo Cavero, la editora Covadonga O’Shea, el escritor Torcuato Luca de Tena, el historiador José María García Escudero y el académico Fernando Chueca Gotia. 

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Luz del mundo

He terminado de leer Luz del Mundo, el libro de entrevistas que le hiciera Peter Seewald al Papa Benedicto XVI. ¡Es un gran libro! Como bien dice la contraportada, «nunca antes en la historia de la Iglesia un Papa había respondido con tanta franqueza a las preguntas de un periodista en una entrevista directa y personal».  En efecto: nunca antes.

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¿Por qué es santo?

En el reciente título publicado en español ¿Por qué es santo? (Ediciones B, 2010), los autores, Slawovir Oder y Saverio Gaeta, resumen en 186 páginas las razones por las cuales Juan Pablo II debe ser beatificado, luego de haber pasado casi seis años de su retorno a la Casa del Padre.  No es un recuento de milagros, sino de algo más milagroso: el milagro de la vida íntima, de piedad, de austeridad, de oración, de sacrificio, desprendimiento y amor al prójimo en sus 84 años, 9 meses y 13 días de existir.

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¿No que lo iban a prohibir?

Previo al Mundial de Futbol que se celebró el año pasado en Sudáfrica, los altos dirigentes de la empresa trasnacional en que se ha convertido la FIFA anduvieron propalando la especie de que iban a prohibir las manifestaciones religiosas de los jugadores y entrenadores de los diferentes equipos que coincidieron en la justa deportiva.  Fue eso, nada más: una amenaza.  Nadie hizo caso.

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