Una verdadera revelación ésta que hoy comienza a circular por nuestras librerías. Debería ser libro de texto para todas las escuelas y universidades católicas o de inspiración cristiana. Es la respuesta del lío que quiere que los jóvenes armen desde la Doctrina Social de la Iglesia. ¿Qué hacer?, se preguntan muchos jóvenes. Y lo preguntan con la mejor voluntad del mundo. Pero no encuentran muy a menudo más que respuestas vagas, publicidad y espectáculo.
En la contraportada, viene la clave. El Papa Francisco les recuerda a los jóvenes que un cristiano que no es un revolucionario, no es cristiano. Mucho menos un joven cristiano. Pero la revolución no se hace a tontas y a locas. Se hace desde el corazón mismo de la doctrina que Jesús dejó para su Iglesia; desde el plan maestro de Dios para los hombres que no es otro sino el amor. Continuar leyendo
Jeffrey A. Kermes es hijo del Holocausto. Su madre y su padre se conocieron en Estados Unidos, pero ambos –de ascendencia judía— venían huyendo de Hitler. Su campo de trabajo ha sido la investigación de la forma como los líderes de las grandes corporaciones industriales, comerciales y de servicios ejercen su influencia.
Durante 15 años, cada dos meses, un grupo animado por Vicente Leñero se reunía para hablar de Dios. La muerte del autor de Los albañiles disolvió al grupo, pero su memoria y su intimidad siguen pendiendo de cada uno de ellos, de Estela Franco, viuda de Leñero, de Myrna e Ignacio Solares, Alicia y Paco Prieto, Javier Sicilia, Eduardo y Analú Garza; la hija de los Leñero, Mariana, y su esposo Ricardo Solar… Todos ellos han vertido sus memorias en el libro “Los católicos” que edita Proceso. El texto tiene como subtítulo la materia de la que tratan los artículos: “Vicente Leñero en torno a la fe”.
Tomando como referencia textos del Papa Francisco entre 2013 y 2014, el recopilador de este libro, Giuliano Vigini, nos recuerda que en la metodología del Santo Padre es, justamente, la metodología “del camino”.
Gratísimo es comenzar esta sección literaria de la mano del padre potosino –gloria de las letras mexicanas—don Joaquín Antonio Peñalosa. Gran benefactor de los niños, monseñor Peñalosa –“Monse”, como le decía nuestro recordado sacerdote, también de San Luis Potosí, don Darío Pedroza Jr.—reunía a pequeños de entre 11 y 14 años, les leía un pasaje de los Evangelios, se los explicaba, lo meditaban juntos y luego, en lenguaje del siglo XX (murió en el último año del siglo), ellos lo contaban con sus palabras.