Todos los intentos que hayan realizado los gobiernos por confiscar el acceso libre a Internet van camino al fracaso, o a fomentar la inventiva de los internautas. Dos grandes ejemplos —Cuba y China— podrían ilustrar lo que describe el investigador francés Frédéric Martel sobre la censura y que resume buena parte de su reciente libro, Smart (Taurus), sobre Internet.
Como es bien sabido, en China, Google está prohibido. Pero eso no ha quedado para Occidente nada más; al contrario, en su lugar, se utiliza el motor de búsqueda chino Baidu. Continuar leyendo