«Padres de familia,¿están de acuerdo en que sus hijos sean mentalizados a tener relaciones sexuales desde los 10 años?» Entrevista con don Rodrigo Aguilar Martínez, obispo de Tehuacán, presidente de la Comisión Episcopal para la Familia, Juventud y Laicos para el trienio 2007-2009 y responsable de la Dimensión Familia de la Conferencia Episcopal Mexicana, sobre la polémica Cartilla de Salud
¿Cuál debe ser la postura ante esta cartilla?
«Se han diseñado cinco nuevas Cartillas Nacionales de Salud; creo que la pregunta es sobre la Cartilla del Adolescente (de 10 a 19 años) y que ha desatado polémica en lo que se refiere al apartado de Salud Sexual y Reproductiva.
«Posiblemente para el diseño de esta cartilla se ha partido de una realidad: en los hospitales de la SSA, uno de cada cuatro nacimientos corresponde a madres menores de 19 años. La situación es grave y alarmante. Pero queda claro que los programas de reparto de condones y pastillas no han sido la solución, pues más bien incitan a las relaciones sexuales desde temprana edad; sin embargo, la cartilla vuelve a insistir en la misma vía y con una medida extrema, promoviendo el anticonceptivo de emergencia.
«Los planteamientos son parciales: la cartilla está incluyendo por igual a niños y adolescentes en un arco de edad —entre los 10 y los 19 años— en que debería haber gradualidad educativa; además, se parte de una pretendida educación sexual en que los adolescentes conozcan sus derechos sexuales y reproductivos —lo cual, por cierto, habría que corroborar si existe en alguna legislación como tal— para hacer uso de dichos derechos según una sexualidad placentera, erótica y sensual. La forma como está diseñada la asesoría del médico al niño o adolescente autoriza a éste a tener relaciones sexuales, en un mensaje invasivo, pues la cartilla se dirige a los adolescentes e ignora a los padres de familia.
«Considero que la principal deficiencia es que, al igual que muchas políticas públicas referidas a la sexualidad, se presenta con un discurso meramente informativo, careciendo de elementos formativos, lo que se acentúa con la frecuente deficiencia del adolescente para analizar, comprender y asumir integralmente el tema de la sexualidad. La cartilla, dada su difusión, podría ser una excelente plataforma de diversas políticas o programas que busquen la formación en una sexualidad integral».
¿Qué derechos de los padres de familia vulnera?
«El derecho de los padres a la educación de sus hijos; además, el derecho a una educación sexual basada en el amor y la integralidad de la persona, no sólo en lo físico y emocional, sino también en lo moral y espiritual. Yo preguntaría a los padres de familia: ¿Quieren que sus hijos sean felices? ¿Están de acuerdo en que sus hijos tengan ese tipo de información y sean mentalizados a tener relaciones sexuales desde los 10 años? ¿Están de acuerdo en que ellos usen anticonceptivos y si éstos fallan o se les olvida usarlos, usen el anticonceptivo de emergencia, con los peligros que trae para la salud, ya sin hablar del aspecto ético? Más aún, leyendo la «Guía Técnica para la Cartilla Nacional del Adolescente» que promueve el Sector Salud, ¿están de acuerdo en que sus hijos firmen autorización para someterse a un método anticonceptivo permanente (como la ligadura de las trompas de falopio o la vasectomía)?
«En esta información sexual, que no llega a educación integral, se está perdiendo la dignidad del ser humano. Desde luego que no estoy en contra de que se trate el tema de la sexualidad; pero sí estoy en contra de una información sexual que, sobre todo, promueve el ejercicio de los actos sexuales. Todo acto sexual entre varón y mujer siempre tendrá el riesgo de un embarazo. De modo que si se quieren evitar de verdad los embarazos entre menores, ningún método artificial es 100% seguro: ni el condón, ni el dispositivo intrauterino; sólo la voluntad de controlarse y la abstinencia de actos sexuales. ¿Por qué no orientar de otra manera? No es pretender llevar agua a mi molino, pero reafirmo que la doctrina y la postura de la Iglesia tiene en cuenta íntegramente al ser humano y su dignidad».
¿Cuál es la propuesta alternativa de la Iglesia católica?
«Ya lo he dicho: una educación al amor incluyendo la parte sexual; que las personas, en concreto los adolescentes, puedan tomar decisiones responsables basados en los valores trascendentes de la persona y no en las soluciones parciales por falta de esta misma educación. Educar en una sexualidad que es fuente de energía y se manifiesta en todo su ser, en su forma de pensar, de hablar, de reaccionar y de actuar; una sexualidad que se viva plenamente y en el respeto de la alteridad y el diálogo de seres sexuados, varón y mujer, cuya intimidad en el acto sexual esté abierta a la vida y, de este modo, participe noblemente en la generación de un nuevo ser humano, obra maestra de la creación. Que el hijo no se vea como una enfermedad o un tumor, sino como un don, regalo de Dios, en el cual Dios mismo se sigue comprometiendo con su amorosa presencia».
¿Qué disposiciones deben tomar los padres de familia para hacerse cargo de la educación sexual de sus hijos?
«Como reacción a la cartilla de salud, veo saludable que los padres soliciten se retire la cartilla, no la activen o al menos pongan el engomado en que reafirman su derecho primario de patria potestad sobre sus hijos para una educación integral, incluyendo su vida sexual.
«Pero ese derecho de patria potestad es también una obligación. Que los mismos padres de familia se esmeren en una adecuada información y también formación en la sexualidad, con rostro humano. La familia sea la primera escuela educativa. Que en la comunicación familiar se medite sobre la proliferación de manifestaciones permisivas y que llevan al libertinaje sexual, sea en canciones, publicaciones, películas e incluso leyes. Que la educación sexual en el hogar ayude a saber decidir y actuar responsablemente en ese ambiente permisivo que nos rodea. La educación sexual, como toda educación, requiere aprender a renunciar a determinadas acciones y actitudes, por la opción de valores superiores. La doctrina de la Iglesia al respecto no está en contra del ser humano, no lo enajena, sino que lo ennoblece al elevarlo a la condición de imagen y semejanza de Dios».
¿Qué recomienda usted como responsable de la Dimensión de la Familia del Episcopado Mexicano?
«Mucho tenemos que hacer: el acompañamiento a cada persona en perspectiva de familia que incluya, por una parte, una educación integral, como ya he dicho; pero también que la persona y la familia se conviertan en sujeto de dicha educación en bien de los demás, en concreto en el aspecto sexual; que las familias sean corresponsables de ayudar a otras familias en dicho proceso. Por un lado, hay que conocer, asumir y apoyar los programas positivos y trascendentes; por otro, denunciar y objetar los programas parciales, que se vuelven contra la dignidad del ser humano.
«La sexualidad es riqueza que Dios nos ha dado; no para manejarla en chistes y acciones degradantes, sino para vivir plenamente nuestra condición de seres sexuados, varón y mujer, diferentes pero iguales en dignidad y complementarios».