Había estado varias veces en Chichen-Itzá. Hace tiempo que no volvía a estas magníficas muestras del esplendor maya. Lo hice este verano, con la familia. Qué cosa más terrible. Millones de turistas se agolpaban en las veredas que llevan de una a otra de las construcciones de que se componen las ruinas. Y por cada metro cuadrado, dos vendedores de todo tipo de mercancía.
Lo mismo nos sucedió en Tulum y en los cenotes de Izamá. Miles de personas trataban de buscar el mejor ángulo para la foto. Con cámaras pero, principalmente, con el teléfono celular. Ya no se puede subir a las pirámides. Todo está lleno. Y la industria de la estafa al turista extranjero —al nacional también le toca— se encuentra en todo su apogeo. Sombreros de Sahuayo que valdrían cuarenta pesos se venden en doscientos cincuenta. Y para extranjeros a veinticinco euros o dólares. El precio es discrecional: depende de la cara del comprador.
Lo que quiero remarcar es que cada día será más complicado (también por las condiciones de seguridad) acceder a este patrimonio de México como turistas o, simplemente, como admiradores de un pasado prehispánico muy rico. Las facilidades de viajar y el aumento de los tiempos de vacación en Europa, han hecho de estas visitas un jolgorio. Y han atraído a miles de lugareños a vender máscaras, idolitos, tejidos, flautas, imitadores del rugido del jaguar, camisetas, paliacates, piedras, máscaras, diosas del amor, de la fertilidad, afrodisiacos, refrescos y tortas. Las explicaciones de los guías son cada vez más disparatadas. Y la vergüenza ajena de los que saben, es cada vez más pronunciada.
Sin embargo, hace un par de semanas se anunció que por vez primera se podrán conocer y visitar, de manera virtual, treinta de las zonas arqueológicas más atractivas del país, con Chichen-Itzá a la cabeza. Se trata de una nueva aplicación del proyecto Street View de Google, que permitirá a los visitantes de todo el mundo ver en detalle los vestigios de la antigua grandeza mexicana, en 360 grados, con imágenes captadas por un equipo de profesionales de Google. Por vez primera en su historia, Street View le dedica una aplicación a la difusión de la arqueología. Qué bueno que sea México el iniciador de esta novedad.
Ciertamente no es lo mismo estar frente a la pirámide mayor de Chichén-Itzá que verla en pantalla. Pero con las aglomeraciones y las vejaciones que padece el visitante, es una excelente opción. Poco a poco el mundo se va reduciendo con las nuevas tecnologías como Google Maps. Y se va a haciendo más conocido. Eso es una ayuda. Aumenta la comprensión entre los hombres y, de alguna forma, el respeto por el pasado. Lo que es “in situ”, qué fuerte le hemos pegado los mexicanos a nuestros tesoros prehispánicos.
Publicado en Revista Siempre!