Cómo se mide lo que no tiene medida? ¿Es posible captar la felicidad de un Estado? The World Happines Report (El Reporte Mundial de la Felicidad) realizado cada año desde 2012 por la New Economics Foundation —con la participación de la ONU— cree que sí es posible.
El reporte incluye la evaluación de 156 países de todo el planeta en esperanza de vida, bienestar, impacto ambiental, desigualdad, apoyo social, corrupción, entre otros. En 2018, el Estado más feliz es Finlandia quien, desbancando a la vecina Noruega (primer lugar en 2017), alcanzó por primera vez este puesto.
De hecho, los tres primeros lugares del Reporte en 2018 son los tres países nórdicos: Finlandia, Noruega y Dinamarca. El otro país nórdico, Suecia, ocupa el noveno lugar, mientras otro país del Atlántico Norte, Islandia, ocupa el cuarto sitio. Luego le siguen Suiza, Países Bajos, Canadá, Nueva Zelandia y Australia.
En Latinoamérica (y en todo el Continente Americano) es Costa Rica el primer lugar en los índices de felicidad. En el “ranking” mundial, el pequeño país centroamericano ocupa el lugar número 13, cinco lugares arriba incluso de Estados Unidos, que ocupa el puesto 18.
México es el segundo país más feliz de la región, con el lugar 24 de la lista. Le sigue Chile (25), Panamá (27), Brasil (28), Argentina (29) y Guatemala (30). Otros cinco Estados de la región figuran en la primera cincuenta de la clasificación general: Uruguay (31), Colombia (37), El Salvador (40), Nicaragua (41) y Ecuador (48).
Es importante señalar que en los que se refiere a Latinoamérica, no obstante la situación general de la región no es de bonanza económica, el Informe destaca que los latinoamericanos son felices entre otras cosas, porque valoran más que otras regiones las relaciones familiares y las relaciones sociales.
¿Por qué Costa Rica es el número uno de la región y México el número dos? Justamente por lo que señala el Reporte. Porque hay algo más en estos lugares que lo que reportan —y a veces prohíjan— los medios de comunicación. Hay algo más que la política. Hay familia. Relaciones humanas fuertes. Hay cierta alegría por las cosas sencillas. Y si bien eso no se mide, sí cuenta a la hora de “medir” la felicidad.
Publicado en la revista Siempre!