Por Francisco Septién Urquiza | Antes de la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) la relación comercial entre México y Estados Unidos de América (EUA) era una fracción de lo que es actualmente.
El cambio en términos de comercio en estas dos décadas de vigencia del TLCAN ha sido enorme. Tan solo en 2015, el comercio bilateral entre México y Estados Unidos representó 532 mil millones de dólares. Para México, EUA es su principal socio comercial (el 80% de las exportaciones mexicanas tienen como destino suelo estadounidense) y para EUA, México es su tercer socio comercial (con el 14% del comercio total), solo por detrás de China y Canadá.
Sin embargo, esta intensa relación comercial impulsada por el TLCAN no ha cumplido con las expectativas que se esperaban en México. El crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) no ha sido el suficiente. Tan solo 2.5% de promedio anual desde 1994. Muy por debajo del crecimiento necesario para lograr un desarrollo sustentable y empezar a disminuir la pobreza en México. El porcentaje de mexicanos que viven por debajo de la línea de pobreza se mantiene prácticamente igual al que se tenía en 1993, antes de la entrada en vigor del TLCAN.
A estos resultados insatisfactorios se le suma la potencial vulnerabilidad en la que se podría encontrar México en caso de un cambio de aires político en Washington, fenómeno que se está materializando con la llegada de Donald J. Trump a la presidencia de EUA. Trump abandera un creciente sentimiento social en EUA que busca proteger el empleo y la economía nacional en detrimento del comercio internacional. Un sentimiento que lo llevó a la presidencia y que pone en la mira la apertura económica de EUA, especialmente con respecto a México y el TLCAN. Ante este panorama es importante detenerse a reflexionar, para después actuar con inteligencia.
Diversificar los mercados
México es el segundo país del mundo con más acuerdos comerciales. Tiene firmados un total de 12 Tratados de Libre Comercio (TLC) con 46 países y 32 Acuerdos para la Promoción y Protección Recíproca de las Inversiones (APRI). El país se encuentra integrado en el comercio mundial y el peso mexicano es la moneda más utilizada entre las divisas emergentes.
Para disminuir la vulnerabilidad en la que se encuentra México con respecto a EUA, es fundamental explotar al máximo estas circunstancias. Abrir nuevos mercados; impulsar a los jóvenes emprendedores a exportar a otros destinos; reforzar los acuerdos comercial vigentes (como la actualización del TLC con la Unión Europea); aumentar considerablemente la inversión en investigación, desarrollo e innovación de tal forma que sean empresas mexicanas las que tengan el control de la exportación; y liderar una integración más estructurada y eficiente entre los países de América Latina.
Disminuir la pobreza
Tener a más de la mitad de la población viviendo por debajo de la línea de pobreza es desperdiciar el potencial de millones de mexicanos. Resolver el problema de la pobreza no solo es una cuestión humanitaria (que lo es), también es una cuestión económica y fundamental para el desarrollo.
Si tenemos en cuenta que más de la mitad de los mexicanos consumen muy poco, no contribuyen o contribuyen muy poco y no se encuentran integrados en la economía, y a pesar de esto México está creciendo, contrario a lo que ocurre en la mayor parte de América Latina. Es evidente que si se logra sacar a estas millones de personas de la pobreza México sería otro país. Es fundamental una política más estructurada y eficiente para disminuir la pobreza en México. Una política amplia que incluya los aspectos económicos, sociales y políticos del problema. Para esto es necesario evitar el asistencialismo y aumentar la inversión en infraestructura para el desarrollo en los lugares que más lo necesitan.
Fortalecer las instituciones
Otro problema grave en México es la corrupción. De acuerdo a datos del Banco Mundial y el Banco de México la corrupción representa aproximadamente el 9% del PIB en el país. Un dato escandaloso que demuestra el poder de la economía sumergida de la corrupción. La corrupción mina la confianza en las instituciones públicas y privadas, fragmenta la sociedad, le resta legitimidad al gobierno, desvía recursos vitales para el desarrollo y disminuye el poder de México a nivel internacional.
Combatir la corrupción se ha vuelto la frase obligada de todo político pero en la práctica los resultados han sido mínimos. Es urgente un enfoque profundo y coherente en el combate contra la corrupción. Sociedad y gobierno son corresponsables del problema y la solución debe ser conjunta. Un país con corrupción es un país sin instituciones sólidas, y un país sin instituciones sólidas es un país débil tanto al interior como al exterior.
Despertar del letargo
El futuro de México es incierto. Las cosas, muy probablemente, van a cambiar en muchos aspectos. Todo depende de la capacidad de México y de los mexicanos de adaptarse al cambio. De nada sirve señalar culpables. El intercambio excesivo con EUA, la pobreza y la corrupción estaban presentes en México mucho antes de que Trump fuera un tema. Muchas veces se necesitan llamadas de atención (aunque provenga de personajes siniestros) para despertar del letargo. Esta es la oportunidad de México para enfrentar problemas que hace mucho debió haber enfrentado. Puede ser doloroso, pero también puede ser que de esta encrucijada salga un México justo, honesto y unido. Siempre hay un camino.