El mundo de la moda se está abriendo poco a poco a diferentes cánones de belleza: Hasta ayer, guiados por el mercado y el consumo, las modelos eran criaturas como de otro planeta. Hoy, con la explosión digital, también se empieza a colar —no echemos campanas a vuelo— una cierta noción del respeto a la belleza de la diferencia humana.
Una de estas modelos diferentes es Madeline Stuart, una joven de 18 años con síndrome de Down que romperá prejuicios este mes de septiembre al desfilar en la Semana de la Moda de Nueva York. Lo hará de la mano de FTL Moda, firma que se ha asociado con la fundación Christopher & Dana Reeve para impulsar la eliminación de barreras. Christopher Reeve fue aquél actor, ya fallecido, que la hizo de Superman y que por un accidente quedó paralizado en su totalidad.
“Ha trabajado muy duro para ello”, ha declarado la madre de Madeline, quien recalcó algo que hasta ayer la cosmética y la brutal parafernalia del negocio de las marcas nos había negado: “Las personas con síndrome de Down pueden hacer cualquier cosa. Creo que es hora de que la gente se dé cuenta de que la gente con síndrome de Down puede ser guapa y sexy”.
Madeline, natural de Brisbane (Australia), acaparó titulares hace tres meses al protagonizar una campaña para acabar con el estigma que rodea a la discapacidad y mostrar sus intenciones de convertirse en modelo. Tras lanzar su propia página web en el mes de mayo, la joven ya cuenta con más de 446 mil seguidores en Facebook y casi 70 mil en Instagram.
Su presencia podrá motivar una fugaz impresión de progreso en el inhumano mercado de la moda. Quizá lo sea. Lo cierto es que, dando tumbos, aquí y allá, las cosas que parecían inamovibles por el capital, comienzan a transformarse por el empuje humano de una juventud que se hace muchas preguntas y que las comparte en las redes sociales, sabiendo que no está sola.
Publicado en Revista Siempre!