La información ha rediseñado el planeta. Pero a los informadores se los puede cargar, fácilmente, el pintor… Tal podría ser el resumen que un visitante remoto o un observador imparcial hiciera sobre el estado de la prensa y de los periodistas en México y en América Latina en su conjunto.
Hace una semana, la Federación Nacional de Periodistas de Brasil (FENAJ, por sus siglas en portugués) y la Federación Internacional de Periodistas (FIJ, por sus siglas en inglés), reunidas en Brasilia, exigieron a los gobiernos y a los empresarios de comunicación “adoptar acciones para contener las agresiones contra los periodistas”. Según ambas organizaciones, “es la impunidad la principal causa para que se registre un incremento de la violencia contra los profesionales de la prensa”.
Impunidad es una palabra que conocen muy bien los mexicanos, los brasileños, los latinoamericanos. Si en nuestro país, nueve de cada diez crímenes permanecen impunes, en el caso de los periodistas y de los informadores, el asunto raya en la perfección: son casi los diez de cada diez.
Me llama la atención que en el reporte de la FENAJ y de la FIJ se exhorte, también, a los empresarios dueños de los medios de información. Ellos pueden empujar al gobierno o apoyar a las instituciones encargadas de proteger a los periodistas, no solamente impulsando la aprobación de políticas públicas de protección, sino dando mejores equipamientos de seguridad a sus trabajadores, generando un protocolo de seguridad y propiciando condiciones de trabajo adecuadas para los periodistas.
Aquí no se trata de puros negocios, se trata de vidas humanas. Y del interés objetivo, social, público, del trabajo que llevan a cabo los periodistas. Es decir, se trata de proteger la vida personal y social en la que se inserta la información y el informador, como pilares del desarrollo democrático de las sociedades occidentales.
Según la secretaria-general de la FIJ, Beth Costa, el año pasado se contabilizaron 135 muertes de periodistas en ejercicio de la profesión en todo el mundo. Costa destacó que 98 por ciento de los casos no son investigados. Finalmente informó que la FIJ desarrolla una campaña junto a la Unesco y las Naciones Unidas para que los países privilegien sus legislaciones de protección a los periodistas y sancionen a los involucrados en la muerte de profesionales de prensa.
Vamos a ver si en México les hacen caso. Porque sin periódicos y sin periodistas, no es que nuestra sociedades languidezcan por falta de información; es que desaparecen por insensibilidad.
Publicado en Revista Siempre!