El Papa Francisco ordenó a 10 sacerdotes de la diócesis de Roma el pasado 22 de abril. Fiel a su costumbre, a la que nos vamos, gozosamente, acostumbrando, pronunció la «Homilía Ritual» del Pontifical Romano para la ordenación de sacerdotes, pero la aderezó con unos comentarios que mezclan la ternura, el buen humor, la perspicacia y el salero propio del cada día más agigantado (en su sencillez) padre Jorge Mario Bergoglio.
Además de pedirles que no se cansaran de ser misericordiosos y que fueran muy tiernos con los ancianos, a los nuevos sacerdotes les hizo caer encima la siguiente advertencia: «Conscientes de haber sido elegidos entre los hombres y constituidos en favor de ellos para cuidar las cosas de Dios, ejerced con alegría y caridad sincera la obra sacerdotal de Cristo, con el único anhelo de agradar a Dios y a no a vosotros mismos. Sed pastores, no funcionarios. Sed mediadores, no intermediarios».
¡Ay, cuánta falta nos hace a todos –no nada más a los pastores— entender esta historia de humildad que nace de Jesús de Nazaret y se enraíza en el fondo de la Doctrina Social Cristiana! Ser medios para un fin, no intermediarios, cuellos de botella, absolutistas, gente que no entiende el mensaje y mejor se queda con él. El Papa pide ser pastores no funcionarios a los sacerdotes. ¿No me lo está pidiendo a mí también, como padre de familia, jefe de una empresa periodística, consejero o presidente de una institución de caridad? Y a ti también, sea cual sea tu sitio en la sociedad: si tienes influencia en alguien, deja que sea Jesús –y no tú—el que se exprese a través de tus actos, tus palabras, tus aciertos y tus triunfos. Él y solamente Él es el fin.
Publicado en El Observador de la Actualidad