Septiembre de 2005 fue el «mes mexicano» del Papa Benedicto XVI. Recibió a 115 obispos en visita «ad limina». Y las cartas del embajador ante la Santa Sede (Luis Felipe Bravo Mena). Los discursos, que reprodujo El Observador en un pequeño libro, se pueden descargar gratis en http://www.elobservadorenlinea.com/
Volver a leer los mensajes al episcopado y al pueblo fiel de México es importante. También que lo hagan las fuerzas políticas (ansiosas por «capitalizar» la visita del Papa). Resumo en pocas líneas las tareas que propuso el Pontífice hace 7 años en 5 discursos (de lo que, seguramente, nos pedirá cuentas):
1. La transición política, económica y social que vive México no puede olvidar a los pobres y a los excluidos: debe estar basada en el respeto a los derechos humanos.
2. La Iglesia católica mexicana, como Iglesia misionera, tiene que emprender el diálogo con la cultura de nuestro tiempo; se trata de un diálogo vital para la propia Iglesia y para el país.
3. La Iglesia enfrenta al mundo cambiante desde la firmeza de la verdad y desde la virtud de la esperanza, pero, también, debe valorar las realidades temporales para iluminarlas con el sentido profundo de la fe.
4. Los pobres y los desprotegidos deben de ser foco de atención de los Pastores de la Iglesia; son un amplio sector de la población nacional, víctimas, a veces, de estructuras insuficientes e inaceptables.
5. Al embajador nada más le dijo que la libertad religiosa en México deberá ser «auténtica» y no un remiendo.
Este fin de semana el Santo Padre lanzará a la Iglesia mexicana a conquistar su papel de vanguardia en el catolicismo de América Latina, y a todos –jerarquía y fieles— a ser discípulos y misioneros de Jesucristo, para que la vida que necesitan nuestros pueblos surja de la alegría de la fe. Nos volverá a decir que en México, a los católicos, nos hace falta congruencia. ¡Escuchémoslo! Demos la cara como él lo hace. Al Vicario de Cristo hay que responderle ya. Sin pretextos.