¡Ánimo!

El país se encuentra envuelto en una nube de tinieblas. No es un secreto. La reciente encuesta de percepción de inseguridad del INEGI demuestra que el fantasma del miedo recorre el cuerpo y el alma de ocho de cada diez mexicanos que temen ser secuestrados, robados, vejados, mutilados, ser víctimas de actos de terrorismo…

En un contexto así, aparece –en su cuarta edición (5 mil ejemplares)— una colección de textos cortos, sugerentes, arraigados en la Palabra de Dios, del entonces párroco y hoy noveno obispo de Querétaro, monseñor Faustino Armendáriz Jiménez. ¡Ánimo! Un momento de reflexión nació en contextos sencillos (los Cursillos de Cristiandad), en medio de grupos de hombres y mujeres que requerían de su párroco la guía de cada día para ser felices. Y en ese sentido nos hace felices hoy, a condición de acercarnos con humildad a estos mensajes que intentan poner el reloj de nuestra vida cotidiana al tiempo del paso de Dios.

Escritos entre Hermosillo, San Ignacio, Magdalena de Kino, Tijuana, El Rincón de Guadalupe, Los Ángeles o Lisboa, los textos recopilados por Galileus Casa Editorial (Matamoros, 2011) abarcan desde el 16 de junio de 1988 hasta el 19 de diciembre de 1993. Son 150 pequeñas reflexiones, orientadas a la conversión personal y a la construcción de una comunidad que pueden ser leídas día a día, meditadas en el corazón y reflejadas en la idea de cambiar al mundo desde Cristo, empezando por tener un encuentro personal con Él.

En la reflexión 136 (página 281) monseñor Faustino da la clave de estos escritos y de la vida cristiana. Comentando el pasaje de Pedro, que intenta caminar sobre las aguas, se hunde por el miedo y es tomado por Jesús (Mt. 14, 22-33), escribe: «Jesús –y aquí no hay quién lo supla—sigue tendiendo la mano y tomando la mano de quien le grita ¡Sálvame, Señor!». Para luego anotar lo fundamental: «¡Ánimo! Que podemos caminar sobre las aguas y también ser salvados». Lo que importa es arrojarse a la santidad, de la mano del Señor. Esa combinación escandalosa del cristianismo, ser a un tiempo valientes y esperanzados en la Gracia, es la que puede quitarnos del miedo. Y hacer que nuestro México recupere las ganas de vivir bien y de vivir en el bien.