La libertad religiosa en México huele a miedo. Miedo de los políticos por perder su espacio de autoritarismo. Miedo de los partidos de ser acusados por otros partidos. Miedo de perder las elecciones. Mientras en nuestro país la llamada «clase política» siga midiendo todo en términos de «costos», las reformas que necesitamos para vivir en paz y desarrollarnos bien pueden esperar mil años.
Tras de observar el sancocho en el que convirtieron los legisladores la reforma al 24, y lo que dijeron de los curas, del clero y de los obispos, recordé aquel pasaje del libro Caminos sin ley, del novelista católico inglés Graham Greene, en el que descubre que el fiero obispo del gobierno de los tiempos de Cárdenas era un venerable y apacible anciano. Transcribo el párrafo completo del inicio del apunte que escribió Graham Greene en 1938, comisionado por un periódico inglés para contar los pormenores de la persecución religiosa en el sureste mexicano:
Fui con el doctor C. a visitar al obispo de Chiapas. Me habían dicho que el gobierno lo consideraba como uno de los obispos mexicanos más astutos y peligrosos. Un mes o dos antes había tratado de volver a su diócesis, pero lo metieron en un automóvil y se lo llevaron nuevamente hasta la frontera del estado. No sé bien qué esperaba encontrar: algún eclesiástico regordete, de barbilla azul, o mirada penetrante y boca cautelosa; pero con toda seguridad no esperaba encontrarme con este anciano sencillo y bondadoso que vivía con la máxima simplicidad en un ambiente de piadosa fealdad…
Me pregunto si de 1938 a la fecha ha variado la paradoja descrita por Greene. Del lado del poder político, una suposición constante de intenciones negras de parte del clero. Y, por el otro, los medios atizando la hoguera, con infundios, calumnias, verdades a medias y mentiras completas. Aquel anciano obispo de Chiapas, cuyo único reducto era vivir en la frontera con Campeche, en plena selva, perseguido y arruinado por causa de la fe, ¿no es el símbolo perfecto del miedo con el que se mira aún hoy al «eclesiástico»? Por lo menos en lo que respecta a la reforma del 24 y a la postura de los legisladores de ambas cámaras, la respuesta es sí.
Y claro que tengo miedo Sr Septien, miedo a que el pais vuelva a los tiempos de que hagase lo que diga el sr cura, el estado y la educacion debe de ser laica, lo que haga cada ciudadano mexicano en su casa me tiene sin cuidado, pero en las escuelas la educacion deben ser sustentada en aspectos cientificos y no teologicos, me podria explicar por que en guanajuato por ejemplo se elimino a los organos sexuales de los libros de texto..y por ultimo me da mucha pena que se escude de la llamda libertad de expresion para ofender a aquellos que estamos a favor de la educacion laica
El laicismo es una vía para confrontar el fanatismo, y la ética es un instrumento valioso para dialogar con las “formas tenues” de los fanatismos. A partir de una mirada ética y de una percepción moral de la condición humana es posible sembrar. La ética debe ser laica, de lo contrario, polariza; debe ser secular para ser incluyente y para permitir que sea el diálogo lo que prive y no la sinrazón. Sólo mediante la aceptación del otro es posible la construcción humana de lo propio.
Arnoldo Kraus