«Pistas para un compromiso colectivo según el corazón de Dios», es el subtítulo que Carlos Rafael Cabarrús –sacerdote jesuita, antropólogo y psicólogo– ha puesto a este libro sobre el discernimiento de la realidad que nos circunda y desde donde Dios nos interpela.
En estos tiempos, en que parece que la esperanza se diluye ante las crueles escenas cotidianas de violencia, terrorismo, hambruna y crisis, Cabarrús nos invita a reflexionar y a comprometernos con un mundo más justo y humano; nos llama a salir de las garras de este estancamiento y degradación.
Su propuesta es la de «hacer política desde el sin poder; lo que tenemos que proclamar es que es posible una sociedad global diferente. Tomar la decisión de participar en la construcción de ese otro mundo posible, es hacer política, es ‘humanizar la humanidad’».
Re-crear el mundo
Para hacer política desde el «sin poder» hace uso de la metáfora de «tejer un tapiz». Dice: «el tejido maya es un lenguaje visual que hace referencia al cosmos y la naturaleza. La acción de la mujer al tejer es la de re-crear el mundo. En sus símbolos se refleja la cultura donde se unifica todo. El Kuk (el corazón del telar) es el que genera la estructura para que se entrelacen los hilos; «no se puede hacer el tapiz si no se implica el corazón, es ahí donde realmente se entrelazan las cosas».
Por tanto, su libro es una invitación a salir de nosotros mismos, de nuestro entorno inmediato, para empezar a ver lo que usualmente no vemos, para comprometernos con el mundo que nos rodea. Desde luego, esta invitación al éxodo (salir) y quebrar nuestro cascarón consiste en pasar de nuestra individualidad a un «nosotros solidario».
Cabarrús habla de un «sujeto solidario» que busca al otro como una condición de su propia existencia y para quien lo único absoluto es la vida humana y cósmica; todo lo demás tiene validez en la medida en que esté al servicio de la vida (ojo, neoliberales: «servicio de la vida humana», no de las mercancías).
El sujeto solidario valora la dimensión del desarrollo económico, social y político en un contexto social desigual y desequilibrado. De ahí que tenga que aprender a hacer política, pero «otra»; hacer un cambio del sistema no puede darse sin una opción ética radical por la dignidad y la vida humana como valor absoluto; desde la justicia, compromiso, tolerancia, igualdad y solidaridad.
Realizar el plan soñado por Dios
La solidaridad la entiende como «hacerse sólido», hacerse uno con el próximo, compartir su causa, su destino. «Solidaridad no es dar; es más bien vincularnos a la otra persona, y ser capaces de recibir de quien parece que tiene menos y ¡nos da más!».
La propuesta de fondo es «empezar a realizar lo que Dios había soñado para la humanidad, poco a poco y comenzando desde abajo y desde fuera. De ahí que Dios fomentara en su pueblo la denuncia del desorden establecido, y un anuncio que siempre se hacía real en cosas concretas: una Ley y una comunidad de creyentes que viviera según el corazón de Dios».
CABARRÚS Carlos Rafael, Haciendo política desde el sin poder. Pistas para un compromiso colectivo según el corazón de Dios, Desclée De Brouwer, Bilbao, 2008, 370 páginas.