Roncalli-Bergoglio

papas_1Muchos analistas han insistido en estas últimas semanas sobre la similitud que existe entre Juan XXIII, Angelo Giuseppe Roncalli, y Francisco, Jorge Mario Bergoglio.  El uno de Bérgamo, el otro de Buenos Aires, no podrían ser más alejados y, sin embargo…, tan parecidos.  Se cumplen 50 años del fallecimiento de Juan XXIII (3 de junio de 1963).  Con pocos días de Francisco, ya hay elementos para establecer líneas de comparación entre ambos.  Y de esperanza.

¿Por qué de esperanza? Porque el «Papa Bueno» –y así lo reconocieron los cuatro Papas emanados del Concilio Vaticano II: Pablo VI, Juan Pablo I, Juan Pablo II y Benedicto XVI— en cinco años de pontificado (1958-1963) realizó una de las reformas más significativas de la historia, al convocar el Concilio para «rejuvenecer a la Iglesia y retomar el diálogo con el mundo moderno con una confianza afectuosa», según lo describió Juan Pablo II cuando en septiembre de 2000 lo declaró beato.

La tarea de Juan XXIII fue adecuar a la Iglesia a las necesidades de una cultura que ya no respondía a, por ejemplo, la Misa en latín.  Abrió puertas y ventanas de la Iglesia dejando que penetrara el «aire fresco» de la novedad del mundo.  Y se puso a dialogar con él, desde la sabiduría de sus ochenta años.   Misma sabiduría de Francisco, 76 años de edad, al decidir usar las mediaciones de la era de Internet para dar testimonio afectuoso e incluyente.  Un testimonio católico, que abraza a los contrarios y besa la diferencia.

Publicado en El Observador de la Actualidad