Las dos son grandes, grandísimas. Una por andariega, la otra por escondida. Teresa de Ávila reformadora del Carmelo. Teresa de Lisieux revolucionaria del Carmelo. Son dos saetas que iluminan el octubre de los hombres que las celebramos. Las dos Teresas: ¡qué portentos de santidad; qué santidades tan humanas; qué mujeres tan deveras!