Estamos en peligro de un retroceso social (y político). Como hace 6 años. Los mexicanos somos rehenes de los partidos. Nuestra democracia es pura fachada. Le quitamos humanidad y la envolvimos en el pañal de las reglas. Unos y otros, los políticos, se empujan para saber quién puede manejar mejor el río revuelto. Nadie quiere asumir el liderazgo moral.
En todo esto –como me lo decía hace poco tiempo un lector—se ha dejado a la juventud indefensa. Continuar leyendo