Hoy son muchos, casi legión, los que dicen, fuerte o quedito, «a México ya se lo cargó el pintor». El crimen –organizado o desorganizado, que a la víctima lo mismo le da—se está engullendo 200 años de vida independiente, dejando tras de sí un reguero de cadáveres, desilusiones, horrores y desconfianzas.