Juan Pablo II nos pidió que no tuviéramos miedo a abrirle las puertas de nuestra vida a Jesucristo. Benedicto XVI exigió que pensáramos duro y pensáramos limpio, que no tuviéramos miedo a enfrentar la dictadura del relativismo que se abate sobre el mundo. Ahora, Francisco nos llama a no tenerle miedo -en algunos casos es pavor-a la ternura.
La ternura es el aliento de Dios sobre el barro quebradizo del hombre. Es un hálito de divinidad en nuestra vida. Continuar leyendo
He leído de un tirón este bello librito, escrito por el padre franciscano Eloi Leclerc. Es una «puesta al día» de San Francisco de Asís; una metáfora del tipo de decisiones que se tienen que tomar cuando una situación estable se torna gravísima. El caso que sirve de pretexto literario para entrar en el alma de San Francisco es la terrible amenaza de ruptura que sufrió la Orden todavía en vida de su fundador. 