Se fue el Papa. Los que estuvimos cubriendo su visita nos dimos cuenta de cuánto le cambió el rostro. Llegó muy cansado. Se fue a Cuba feliz. Tanto que dijo comprender ahora a su venerado predecesor, Juan Pablo II, por qué decía que era «mexicano». No hay ninguna duda de que México sabe cantar, bailar y festejar. No es malo. Al contrario. Continuar leyendo