El periodismo solía ser una profesión arriesgada, pero en los últimos años, especialmente en el pasado 2015 se ha convertido en la más perseguida de las profesiones liberales.
Durante este año pasado un total de 67 periodistas fueron “asesinados en el ejercicio de su trabajo o debido a él”, de acuerdo con el informe publicado el martes 29 de noviembre por la Organización No Gubernamental francesa Reporteros Sin Fronteras (RSF). Continuar leyendo
Muchos piensan que la profesión más peligrosa es la de torero, o la de corredor de autos, escalador de montañas, arponero en la Malasia o conductor de pipas en Xalostoc. También hay quien dice que es la de vendedor de gorditas de nata en el Periférico, domador de rodeo, franelero en Polanco. No es así; en el mundo moderno —plagado de mediaciones comunicativas— el periodismo representa, en todas sus versiones, la profesión más vulnerada y más vulnerable de todas.
El escritor británico Robert Louis Stevenson decía que la política era “la única profesión para la que no es necesaria la preparación”. Mientras que el novelista Rudyard Kipling, autor de El Libro de la Selva, escribió que el político llevaba “una vida de perro pero sin caricias”. Por otro lado, el economista canadiense John Kenneth Galbraith calificó las elecciones como “la capacidad que tiene el pueblo de elegir lo menos malo de lo malo”.