Tras la matanza de doce personas y las heridas a otras treinta y ocho, en Aurora, cerca de Denver, James Holmes ha pasado a formar parte de la tristemente célebre fila de asesinos seriales de Estados Unidos. Locos con armas que eligen matar de acuerdo a los dictados de su cerebro estropeado por el sistema de comunicación de masas.
Poco se sabe —hasta el momento— del tal Holmes. Un sujeto reservado, que no dejó ninguna huella de su paso por Internet. No tiene blog, ni perfil en redes sociales, ni nada. Continuar leyendo