Tal vez 2016 sea recordado, en los medios de comunicación, como el año de las paradojas. Lo que se anunciaba que se iba cumplir, no se cumplió. Y lo que se anunciaba como imposible, se volvió posible. La realidad, la tozuda realidad, se ha impuesto, finalmente, a las predicciones y propuestas de los grandes medios y de los gobiernos.
Por principio de cuentas está el ejercicio de salida de Gran Bretaña de la Unión Europea: el “Brexit”. Nadie creía, mucho menos el primer ministro David Cameron, que fuera a triunfar el no a seguir unidos con Europa continental. Todo estaba preparado para seguir. Y de pronto el gozo se fue al pozo. No hubo una encuesta que le atinara al resultado del referéndum. Continuar leyendo
Los pretextos sobran. Que si el bajón de los precios internacionales del petróleo; que si la subida de los tipos de interés en Estados Unidos; que sí la volatilidad de los mercados financieros; que si la apertura a la inversión privada de la exploración y explotación en aguas someras resultó desairada; que si…
Si don Efraín González Luna —fundador e ideólogo del PAN— hubiese sido consultado por el hijo de uno de sus mejores amigos sobre si se justificaba, desde la plataforma de su partido, emprender una guerra contra los enemigos de la patria o contra el crimen organizado, hubiera respondido, tajante, que no.
Por todos lados se escucha de los panistas que hay que “refundar” su Partido. En doce años de gobierno federal supieron sacar lo peor de sí y lo mejor del pequeño priista que llevaban dentro. Y hoy están en la tercera fuerza política del país. Aquí les fue mejor. Pero no mucho. Perdieron la presidencia de la capital del Estado.
Estamos en peligro de un retroceso social (y político). Como hace 6 años. Los mexicanos somos rehenes de los partidos. Nuestra democracia es pura fachada. Le quitamos humanidad y la envolvimos en el pañal de las reglas. Unos y otros, los políticos, se empujan para saber quién puede manejar mejor el río revuelto. Nadie quiere asumir el liderazgo moral.