Hace una semana fuimos víctimas —una vez más— del robo de un vehículo donado al Banco de Alimentos de Querétaro. Me llamó el lunes, temprano, la directora operativa del Banco. Me preguntó qué debía hacer. Sin vacilar le contesté: “Levanta la denuncia”. Luego dudé: ¿para qué? La conclusión muy mexicana fue “no va a pasar nada; vamos a perder el tiempo en el MP, lo único que queda es cobrar el seguro…” Sin embargo, no se lo dije. Colgué el teléfono pensando “pobre, ya perdió todo el día de trabajo; y los que le faltan…” Continuar leyendo