“El viernes 4 de octubre de 2013, Susana Hernández, de 26 años, ingresó al Hospital de la Mujer en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, con trabajo de parto, tras 39 semanas de embarazo. El médico del centro de salud que la había atendido hasta entonces, la mandó al hospital tras verificar que el bebé venía en mala posición. Dos días después, Susana fue entregada muerta a sus familiares. A esta joven indígena tzotzil se le había practicado una cesárea de emergencia, tras casi 36 horas sin ser atendida, además de una salpingoclasia y la extracción de la vesícula sin su consentimiento y sin que la familia fuera notificada. Continuar leyendo