Había estado varias veces en Chichen-Itzá. Hace tiempo que no volvía a estas magníficas muestras del esplendor maya. Lo hice este verano, con la familia. Qué cosa más terrible. Millones de turistas se agolpaban en las veredas que llevan de una a otra de las construcciones de que se componen las ruinas. Y por cada metro cuadrado, dos vendedores de todo tipo de mercancía. Continuar leyendo