La renuncia del Papa Benedicto XVI, la elección del Papa Francisco y la decisión de éste de gobernar la curia romana en forma colegiada, junto con ocho cardenales de la talla del de Boston –Sean Patrick O’Malley—, quien saneó una de las arquidiócesis más golpeadas por los escándalos de pederastia en Estados Unidos, ha mostrado al mundo la capacidad de reforma que tiene la Iglesia católica, a quien las más rancias y conservadoras instituciones y personas –por ejemplo la masonería y los masones— califican como obsoleta. Continuar leyendo