Tras una larga y aceitosa calificación, el 31 de agosto se acabó el proceso electoral del primero de julio. No sé si esa práctica cunda en otros países. Lo dudo. Que en México nos tardemos dos meses en contar los votos, significa que todo el dinero que hemos gastado en perfeccionar las instituciones que cuidan las elecciones ha sido, más o menos, en vano. Con ábaco sería más ágil el conteo. Continuar leyendo