El pasado 25 de septiembre los aficionados al beisbol vivimos una jornada alucinante: la despedida del capitán de los Yanquis de Nueva York, el parador corto Derek Sanderson Jeter. Un jugadorazo en toda la extensión de la palabra. Pero, sobre todo, un profesional, y un ser humano con la humildad suficiente como para procurar no acaparar micrófonos, titulares, rutilantes affaires con las mil novias que ha tenido; como para anunciar que se va del beisbol con un año de anticipación. Continuar leyendo