La televisión, los moretones y sus medallas de oro y plata a los 31 años de edad, una edad “avanzada” en estos Juegos Olímpicos en los que la medicina deportiva ha hecho que jóvenes de 19 años, o de 15, casi niños, sean los protagonistas, pusieron al nadador estadounidense Michael Phelps en la cumbre de las menciones en redes sociales durante la primera parte de Río 2016.
Muchos incautos, alebrestados por los comentaristas de televisión que en Phelps ponían un énfasis como si “el Tiburón de Baltimore” fuera su primo, advirtieron que la disque terapia llamada “cupping” los iba a hacer si no campeones del mundo, sí más vigorosos, más resistentes y tener mejores cuerpos. El culto al cuerpo en su máxima expresión. Y el mercado de productos milagro, a la caza de esta oportunidad. Continuar leyendo