Ha pasado ya —por fortuna— el tiempo en que los gobernantes de México se paseaban por el mundo con membrete de demócratas cuando, en realidad, les importaba un pepino la democracia. Como defensores de los derechos humanos y, de entre estos derechos el de la libertad de expresión, cuando los violaban sistemáticamente, y controlaban a la prensa con publicidad, papel, destierro o entierro. Continuar leyendo