El célebre periódico londinense The Guardian ha tenido que recurrir a la inventiva para asegurar, así sea levemente, su futuro. Que una cabecera mundialmente famosa como la de este rotativo, que apenas hace tres años ganó el Premio Pulitzer, esté en problemas financieros mueve a pensar a fondo que algo malo está pasando en la industria periodística.
Pero que recurra a la filantropía para sobrevivir, francamente angustia a quienes se dedican a la edición de periódicos y revistas impresos en todo el mundo. Continuar leyendo