Para cualquiera que se adentre en la política nacional es un hecho palmario que los gobernadores gozan de un poder enorme, cuyo único referente es la visita consuetudinaria que les hace el presidente de la República, y a quien le pintan las fachadas y le hacen inaugurar obras inconclusas cada vez que los “honra con su presencia”. Los gobernadores manejan todo, especialmente los medios de comunicación. Hay excepciones, no lo niego. Pero son más bien pocas. Continuar leyendo