Una mañana de lunes, mientras hacía ejercicio mirando la televisión en el gimnasio del hotel donde pasaba las vacaciones con mi familia, me entró enorme desazón. Era CNN la que trasmitía. Comenzó con un largo reportaje sobre Iraq y la batalla por Mosul. Siguió con el asesinato de un joven negro en una ciudad llamada Ferguson, en el sur de Estados Unidos; siguió con el ataque de los rebeldes ucranianos a civiles y terminó con la situación de Liberia y el ébola. Más no vi. Apagué el monitor y terminé mi rutina. Continuar leyendo