Antaño, el activista social tomaba una pala y un pico y se ponía a excavar un drenaje para aliviar un poco la injusticia social reinante en su entorno. Hogaño, el activista social toma su teléfono celular, y con él en ristre, “denuncia” la injusticia.
Un articulo de Keshia Naurana Badalge en la revista Quartz enfrenta este nuevo fenómeno de los activistas de redes sociales que se conforman con no actuar, se quedan estáticos ante la injusticia y reclaman, más tarde, en las redes todo tipo de acciones que, en su momento, no ejecutaron en defensa de alguien. Continuar leyendo